Hace mucho que no quería escribir en este espacio, por rabia, dolor y por las cosas que pasan en este camino y no queremos aceptar.La anterior entrada que escribí, nunca pensé que me marcaría de por vida. Hoy , y después de que pasara casi tres meses de aquello, me atrevo a contar lo que pasó.
Lo que describí en esa oprtunidad hoy lo reafirmo, mi papá me sigue enseñando que siempre hay que tener esperanzas, pero de qué es mi gran pregunta. Aquella noche que dediqué unos minutos para describir lo que él significaba para mí, a pesar de lo que él sufría en ese momento, fue la última vez que lo vi. Me despedí de él con un beso (como todas las noches), que amanezcas bien le dije con una gran sonrisa y él me la respondió como siempre y dándome las gracias. Ese preciso momento y yo sin saberlo, fue nuestra despedida. Así sin más se fue, dejándome enseñanzas, siendo lo que soy gracias a todos sus años de esfuerzo, compañía, de partner como éramos, pero no me conformo, no lo tolero y todavía no lo creo.
Papá todos los días pienso que vas a entrar por la puerta y me vas a contar unas de tus historias, de aquellas que repetías mil veces, pero que mil veces eran entretenidas y con algún ingrediente nuevo la hacían más interesante que la última vez que la relatabas. Te extraño y aunque me dijeras muchas cosas, aún no creo todo lo que he vivido desde ese momento. Se que la vida sigue su curso, creo nadie está preparado para despedirse de alguien, y creo que aún falta mucho camino por recorrer.
